martes, 10 de septiembre de 2013

Etapa 6: Estella-Torres del Río

Ha sido la mejor noche que he dormido. Los hospitaleros nos tenían preparado el desayuno, que ha sido de agradecer. Me he despedido con pena de este albergue porque hemos tenido un ambiente muy bueno.
La etapa de hoy ha sido de casi 30 Kms,  con un tiempo de seis horas y media.
El amanecer me ha cogido en las bodegas de Irache, donde se encuentra la fuente del vino, que por cierto una coreana se ha llenado la cantimplora de vino, me imagino que, aunque se veía poco, se habrá dado cuenta que la  llenaba de vino y no agua


El paisaje era muy parecido al de ayer. Al principio, hemos cruzado pueblos pequeños pero con encanto por las iglesias y caseríos que los adornaban.



Campos de viñedos y de carrascas me han acompañado, en los que los caminos se hacían largos y en algún momento pesados.
En esos momento he echado de menos a Maria Jose, con la que he hablado largo y tendido a lo largo de los cinco días que he estado con ella. No se me hubiera hecho tan pesado si hubiera estado ella.



He llegado pronto a Los Arcos y aunque algunas guías ponen el final de la etapa en este pueblo, he decidido ir a Torres del Rio.
Arcos es muy bonito y merece la pena verlo.



Los aproximadamente 9 Kms que me restaban han sido muy pesados y he aprovechado para hablar por teléfono con mi amigo Chus y su hijo Rodrigo, fieles seguidores de este blog. Desde aquí les mando un fuerte abrazo y les doy las gracias por el ánimo que me dan.
También quiero resaltar, como cosa curiosa, que en este tramo me he encontrado un matrimonio francés que con más de setenta años, estaban haciendo el Camino cogidos de la mano.! Que bonito! He hablado un poquito con ellos porque realmente me ha parecido una estampa digna de ser fotografiada. 


Al llegar a Torres me he instalado en el albergue Mariela que por 20 euros te dan de  dormir, desayunar y comer.Esta muy bien.
A mis compañeros de viaje, que no los veo desde hace dos días, Kani, Tasio y Mari Carmen, les he reservado para estar juntos.



Y como todos los días, ducha, colada, siesta y paseo por el pueblo. Poco hay que ver porque el pueblo es pequeño, por lo que hemos aprovechado la tarde para hablar con los peregrinos.
Por la noche charrada con mis compañeros y el dueño del albergue, Fernando, que es una persona encantadora.

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